
Había conseguido mantenerse ebrio durante numerosas ocasiones en esos días, sin abandonar la cama salvo para ir al aseo o para engullir comida enlatada. No había otra razón para ello que la incertidumbre, la desconfianza, el desconocimiento. No tenía la menor idea de lo que hacer. Tenía el corazón roto, o se lo habían roto. No sabía cómo vivir con eso.
Cuando el cigarro se hubo consumido y la ceniza se había desprendido por su propio peso sobre su pecho, el muchacho de ojos tristes abandonó su lecho de un salto y, apartando a patadas las botellas vacías del suelo, se dispuso hacia la ducha.
Los días de luto de su corazón habían acabado. Las heridas sanan. Las heridas, cicatrizan.
un pétalo con cariño.
ResponderEliminarun pétalo para agradecer, tu pluma. Tu saber contar. tu saber expresar. Se agradece una lectura ligera pero intensa. Intenso imagen que en mi cabeza se quedó impresa, con cada palabra. Imagen que casi fue real por unos instantes. Una imagen que lleva un mensaje de esperanza. en estos tiempos, en lo que todo se ve gris. gracias y sigue asi
Es precioso, y tan cierto... El daño que hace eso de que nos rompan el corazón, algo que es mucho más que una mera expresión. Sigue así :)
ResponderEliminarEs precioso! es que no aprendemos, nos rompen el corazon una y otra vez y nada:$ pasate por mi blog, te sigo:)
ResponderEliminarhttp://pasardetodoysertumismo.blogspot.com.es/
un besazo!